Mi primera visita a Santiago de Compostela se produjo hará unos 5 años, cuando conseguí terminar (tras un intento previo fallido un año antes) el Camino de Santiago. De aquella experiencia quizás escriba algún día, pero hoy quiero centrarme en hablaros de un fin de semana para el disfrute gastronómico.
Aprovechando el puente de Agosto, llegué a Santiago a las 14:00 tras un viaje de 6 horas desde Madrid. Esto si decides no dar de lado a los peajes y sus correspondientes 18 euros, porque aunque caros (sobre todo el del tramo hacia Valladolid 12,35 €), te ahorras una barbaridad de tiempo.
La excusa para dirigirme a la ciudad gallega fue que mi familia terminaba el Camino de Santiago en esos días y llegaban a la ciudad cansados y con ganas de recuperar lo quemado en la andadura. Y ahí entraba yo, llegado desde Madrid cargado de información proporcionada por el gran Simone Negrín, un italogalego, compañero de Teatro de Improvisación, enamorado de esta región del norte de España y que me había proporcionado cuantiosa información sobre donde implicarse de lleno con el pecado de la gula. Pero como si ya de por si no era atractiva la oferta culinaria, además Simone me había hablado de actuaciones de circo que se realizaban durante el mes de agosto por las plazas de la ciudad, organizado por la Asociación CircoNove y del festival de música llamado Feito a Man y organizado por la Asociación Cultural Cidade Vella.
Santiago de Compostela es una ciudad que invita a perderse y a pasear por sus calles. Aquella tarde iniciamos nuestro paseo desde el parque de la Alameda donde se puede disfrutar de una estupenda panorámica de la ciudad vieja y pasear entre sus 56.087 m2 de extensión.
Desde allí accedimos directamente al casco antiguo a través de la Rúa do Franco. No hace falta ser un sabio para darse cuenta que en esta calle la probabilidad de que te claven se dispara. Al desembocar directamente en la plaza del Obradoiro, el aluvión de turistas es una constante en esta calle, donde restaurantes y comerciantes de artículos de recuerdo se aglomeran en sus 300 metros de recorrido. Es la típica calle de la que intento huir allá por donde voy.
Llegamos por fin a la plaza del Obradoiro donde se encuentra la Catedral de Santiago, en cuyas torres se estaban realizando tareas de obras, iniciadas desde agosto de 2013, para evitar las humedades y recuperar elementos dañados por el paso del tiempo.
En los balcones de los edificios que ponen límite a esta plaza llama mi atención la existencia de una serie de esculturas masculinas con el «cimbrel» al aire. En el lateral derecho de la Catedral está la plaza de Praterías donde estas estatuas se multiplican. Evidentemente la polémica esta servida ya que el cabildo de la Catedral emitió un comunicado en el que aseguran que «las imágenes hieren la sensibilidad de la gente que se acerca a la Catedral de Santiago». Yo que queréis que os diga…pocas sensibilidades vi heridas.
En esta misma plaza vimos uno de los shows de circo callejero de la mano de Lupo, que entretuvo durante unos 45 minutos a los visitantes que acababan de salir de la ceremonia religiosa. Minutos antes, en la plaza de Toural el Payaso Loco había estado haciendo de las suyas. Un tipo chileno realmente divertido.
Tras el paseo por el centro se acercaba la hora de cenar por lo que pusimos rumbo a uno de los lugares recomendados por Simone, el restaurante Petiscos (Rúa Aller Ulloa, 7), cerca de la Puerta del Camino, lugar donde se mantiene únicamente el nombre, pues de la puerta no hay ni rastro.
Del mismo me llamó su atención el nombre, pero no a primera vista, si no por el hecho de que la palabra petiscos se repetía por diversos establecimientos de Santiago de Compostela y ello despertó mi curiosidad. Preguntando, me comentaron que los petiscos son tapas y que son más conocidas por este nombre en Portugal (los típicos entrantes que te ponen en los restaurante del país vecino que pueden parecer un detalle del local, pero que al final hay que pagar. El que haya estado por allí sabrá de que hablo). En el caso de este restaurante gallego son tapas, pero con una cierta elaboración.
Pedimos varias tablas de petiscos, ensaladas, croquetas, pulpo a la brasa y varios postres. De alguna ración tuvimos que pedir doble cantidad para repetir y la cuenta salió por unos 120 € entre 8 personas. Estaba todo riquísimo.
De vuelta al piso donde dormíamos, mi tío Gómez y un servidor decidimos separarnos del grupo para bajar la comida y adquirir botellas de agua con las que saciar la sed del resto de miembros de nuestra manada, por lo que no lejos de nuestro cuartel de operaciones, situado en la zona nueva de Santiago, descubrimos el J de Joker (Rúa Nova de Abaixo, 4) un bar donde la hospitalidad del dueño nos mantuvo inmersos en una prolongada e interesante conversación. Da gusto encontrarse gente así.
Cuando llegamos con el agua ya estaba todo el mundo en el quinto sueño, así que hicimos lo propio y nos fuimos a descansar.
Al día siguiente la mañana transcurrió entre una constante de paseos y callejeo, pero como lo que se trata en esta entrada es de como engordar en un fin de semana, os hablare del Meson Do Pulpo (Rúa Vista Alegre, 57). Como llegamos con hambre y esta familia no tiene fondo, empezamos a pedir comida como si no hubiese un mañana. Todo buenísimo. El vino tinto nos lo pusieron en cuencos de cerámica de esos que el resto de mortales usamos para el desayuno (aunque más pequeños) y que ya nos sirvió de cachondeo para el resto de comida.
Llegó un momento en el que mi tío me dijo al oído: – Yo ya llevo un rato lleno. Pero como el resto no paran yo tampoco -. Nosotros somos así.
De vuelta a la zona vieja, y para disfrutar de las terracitas tomando algo digestivo se puede hacer una parada en alguno de estos locales: Borriquita de Belém, Modus Vivendi, Casa das Crechas, Embora, Atlántico (el mejor para los gintonics) y Reixa. Evidentemente no los visitamos todos, pero entraban dentro de las recomendaciones de nuestro guía espiritual.
Al día siguiente el resto del grupo me dejó solo. Ellos emprendieron el viaje de retorno desde Galicia a Jaén (un paseo de casi 10 horas) a primera hora y yo preferí salir hacia Madrid después de comer.
Así que tras matar la mañana volviendo a caminar por el centro de Santiago de Compostela, a la hora del almuerzo puse rumbo a La Bodeguilla de San Roque (Rúa de San Roque, 13). Me pedi un entrante de pan con tomate y una megaensalada de gulas y gambas que me obligó a la consiguiente toma de cafe solo para no quedarme dormido al volante durante el camino de vuelta.
En definitiva el fin de semana fue una continua ingesta de comida, compensada con paseos por las calles de Santiago de Compostela, pero es que la ciudad invita a ello. No soy yo, es la presión social.
¿Conocías Santiago de Compostela? ¿Has hecho el Camino de Santiago? ¿Qué recomendarías de esta ciudad gallega? Comenta esta entrada y compártela si te pareció interesante 🙂
Ole! Vaya cantidad de detalles! Clavao!
Me alegro que te haya gustado. Ofreciste mucha información y creo que la aprovechamos bien 🙂
Gran viaje gastronómico!
Gracias Carlos! Yo creo que te hará más ilusión el de Gijón, cuando hable del….CACHOPO!!
jajaja qué risa con «la conga» del video!! Y vaya banquetes que os pegasteis, si es que los de Jaén no tenemos fondo 😉
Y que lo digas! Como dice mi tío: a nosotros nos tiran la bomba atómica y nos la comemos antes de que explote. Nosotros somos así…
Gracias por el comentario!
Genial el vídeo de Santiago de Compostela! Habrá que ir a Galicia para corroborar los datos aportados 😉
Eso eso! Pero acompañados de Simone, que aún se conoce más sitios que no me ha querido revelar… 🙂